domingo, 30 de diciembre de 2012

Fin de año en La Barranca

La Maliciosa de amanecida desde el Parking
Como mañana toca volver al trabajo tras unos días de vacaciones aprovecho para despedir el año con una última salida por el monte. Me apetece subir a La Maliciosa por la ruta clásica del La Barranca y el collado del Piornal, ruta que ya hace bastante tiempo que no repito. Luego pensaba volver por las Guarramillas y la senda de la Tubería para completar el circulo. Pero, como ya me ha pasado alguna vez este invierno, salgo poco y encima elijo mal el día. Tras unas semanas de altas temperaturas inusuales para las fechas y que se han llevado todas las nieves caidas en noviembre, el día amanece neblinoso y con las temperaturas cayendo a plomo. De salida se ve la cumbre, pero el viento frío y las nubes evolucionando por las crestas no presagian un día especialmente agradable por ahí arriba. Y en efecto así ha sido. A medida que he ido ascendiendo hacia la fuente de La Campanilla, con un par de despistes de tanta señalización que han puesto en el valle,  la zona del collado  del Piornal ha ido desapareciendo bajo una espesa niebla y la cellisca que traía el viento me pegaba en la cara con violencia. Lo que me ha hecho darme la vuelta ya más o menos cerca del collado, más que esto, ha sido  que la fuerte helada de la noche ha endurecido extraordinariamente el suelo y había una capita de hielo, en algunas zonas verdaderas placas, que en la parte más empinada resultaban en exceso resbaladizas para mis zapatillas. Ante la perspectiva de un descenso delicado y dado que iba solo he decidido volverme y darme una vuelta por sendas más protegidas de las inclemencias. Pese a todo no puedo dejar de pensar en los inviernos que cuentan los abuelos, inviernos en los que dicen que la Sierra estaba nevada de noviembre a mayo... Por desgracia son cada vez más los inviernos en que las nieves aparecen, si es que lo hacen, cada vez más tarde o, como este año, si aparecen se van tan rápido como han venido. Mítico para gente ya de mediana edad como yo fue el invierno del 96, del que no he podido evitar acordarme mientras subía por la helada senda hacia El Piornal. Tras varios años de escasez nivosa, aquel invierno fue antológico por estas latitudes. En algunas zonas se llegó a medir un manto de hasta 7 metros, las carreteras estuvieron días cortadas. En fin, subir a Maliciosa se convertía en una experiencia con un toque casi alpino. Véase la diferencia:

Año 96. Era analógica. La subida al Collado, toda cubierta, ni una piedra, ni un matorral...

Un placer cramponear las últimas palas

Año 2012. Un frío que pela y ni gota de nieve.

Las Buitreras aparecen de repente, fantasmagóricas, entre la niebla.
Pero al final me dejo de melancolías y sigo firme en mi propósito de disfrutar del día, que el pequeño valle de la Barranca tiene caminos para todos los gustos y hoy parece que no es momento de rudezas. Así que deshago mis pasos y, de vuelta a la pista por debajo de la fuente de La Campanilla me encamino  a la derecha a encontrarme con la senda (PR 17, creo) que bien señalizada de blanco y amarillo sube por el bosque, al principio en herradura y luego de forma más directa, hacia el collado del Emburriadero, cerca ya del Puerto de Navacerrada. El tiempo sigue malo pero la dulzura del bosque, protegido del viento, con las agujas de los pinos acolchando la pendiente, con lentos copos de nieve cayendo por momentos, hacen que pase unos minutos de cierto éxtasis, unos minutos de rara armonía entre mi cuerpo, mi mente y el entorno. Estas cositas que pasan y que hacen que nos guste tanto el monte...

Fuente de La Campanilla
El resto de la mañana trascurre con tranquilidad, trotando lentamente, senda arriba, senda abajo, primero hacia el Emburriadero y luego virando al sur por la llamada senda de la Tubería hacía el mirador de Las Canchas y el Camino Ortiz de vuelta al coche. Para mi gusto una de las mejores formas de acabar el año. Feliz 2013 a todos.


La ruta en Wikiloc

jueves, 6 de diciembre de 2012

II CARRERA DE MONTAÑA Y MARCHA SENDERISTA CERRO DE LA MARMOTA



Este pasado 2 de diciembre se ha celebrado la segunda edición de esta carrera y ha sido mi primera participación en la misma.  La carrera la organiza la Asociación Pablo Ugarte contra el cáncer infantil en colaboración con el Ayuntamiento de Colmenar Viejo y el 100% de la recaudación se destina a tan loable fin. Si a ello se suma que en el evento se puede participar en tres modalidades: Marcha senderista de 11 o 25 km y carrera de 25 km, siendo estas dos ultimas coincidentes en su recorrido, pocas escusas le pueden quedar a uno para quedarse en casa y no disfrutar de una bonita mañana de domingo haciendo deporte en el campo. La organización de la carrera me ha parecido bastante buena, yo he tenido que ir a por el dorsal el mismo día (recomendaban recogerlo el día anterior) y no he tenido ningún problema y lo he hecho sin esperas y con gran amabilidad por parte de los voluntarios. El asunto del aparcamiento para los que venimos de fuera del pueblo también está bien solucionado y la bolsa del corredor, con una práctica camiseta de manga larga, pues está bastante bien. Además tras la carrera la organización sirve a todos los participantes que quieran un reconfortante cocido madrileño. Argumentos no faltan para que se convierta en una clásica.

Salida de la marcha senderista de 25 km, una hora antes de la carrera
La carrera en sí de montaña, lo que se dice montaña, no es. Más bien se trata de correr por la naturaleza o, por decirlo de manera menos genérica, por el campo. Lo cual está también muy bien y además se me antoja lo más factible por estas latitudes en estas fechas del año. De hecho la temperatura  a la salida era bastante baja, si bien la falta de viento y lo soleado de la mañana han hecho que el día sea ideal para correr o andar por este piedemonte del Guadarrama, que ofrecía una bella estampa con todas sus crestas nevadas al fondo. El trazado discurre inicialmente cuesta abajo en dirección a Tres Cantos y los primeros kilómetros son bastante rápidos. Yo me lo tomo con calma y me dejo caer pues a estas alturas de temporada todavía 25 kilómetros se me antojan algo largos y las informaciones previas hablan que lo duro de la carrera está al final y conviene guardar fuerzas. La tendencia descendente se acaba más o menos en el kilómetro 8,5 tras cruzar 5 o 6 arroyos que me he abstenido de cruzar a la brava para evitar mojarme los pies con tantos kilómetros por delante. Mirado que se está haciendo uno consigo mismo. El paisaje por aquí es de pastos y se nota que es zona ganadera. Algunas vacas y gorrinos se ven retozando por los prados ¿qué no pensarán de nosotros?

Cruzando arroyos

Del 8,5 hasta aproximadamente el kilómetro 12 se gira al oeste y se sube de forma suave pero continua por la pista que va pegada a lo que debe ser la tapia más septentrional del Monte del Pardo, ya también en los confines del Parque Natural de la Cuenca Alta del Manzanares. Aquí empieza la parte más bonita de la ruta, el paisaje es de suaves colinas tapizadas de encinas, enebros y jarales con vistas continuas de la Sierra. La pista ya la compartimos en alegre mescolanza con los senderistas que han salido una hora antes que nosotros. Es también la parte donde más agusto voy. En el kilómetro 12 se ve un vértice geodésico (¿el Cerro de la Marmota?) y se inicia una pronunciada pero cómoda bajada hasta el avituallamiento del kilómetro 15. Desde aquí hasta la meta casi todo será subir hasta volver a Colmenar Viejo.

Bonitos paisajes
La primera cuesta es bastante empinada pero afortunadamente es corta pues mis bielas empiezan a rechinar. Luego es una larga pero tendida subida hasta el kilómetro 21 en la que incluso hay tramos de asfalto y que supero a ritmo (lento) con relativa comodidad. Cada vez tenemos el campanario de Colmenar más cerca. En el avituallamiento de la media maratón me desmoralizo un poco al ver que nos meten en un polígono industrial de los arrabales del pueblo. Este tramo es feo y desluce un tanto la carrera. Incluso hay una parte en la que no está cortado el tráfico y coches y hasta camiones pasan rozando a los corredores, ya algunos como yo con pocas fuerzas y reflejos. En el kilómetro 23 me hundo al ver el pedazo de cuesta que nos han preparado atravesando una urbanización, la innecesaria revuelta que damos por un parque y la última cuesta por ese mismo parque para acabar de rematarme y llegar arrastrándome literalmente a meta.  En resumen, balance positivo pese a este final para una carrera que me tomado como un rodaje largo tras un montón de meses sin ponerme un dorsal. He empleado algo más de 2 horas y 25 minutos para un recorrido poco técnico (es pista en casi todo momento menos algún tramo asfaltado) y muy corrible en su totalidad.



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Clasificación general







domingo, 11 de noviembre de 2012

Saboreando el invierno en el Valle de la Fuenfría

Pradera de los Corralillos
Tras una desastrosa por inexistente temporada de otoño en la que mil avatares me han tenido atrapado en la ciudad, al fin logro escaparme unas horas al monte. Ya por el camino en coche compruebo como estaba previsto, que la noche en la montaña ha debido ser dura. Grandes masas de nubes ocultan las cimas y se ve una capa de nieve que desciende hacia los valles. Me temo que la ruta que tengo prevista por los cordales de la Fuenfría se va a ver acortada o modificada salvo que cambie mucho la cosa. Mi primer pensamiento es subir hasta el Puerto de la Fuenfría (1792) y una vez allí valorar el seguir subiendo o darme una vuelta por el terreno más protegido de los bosques de la zona. Total, de lo que se trata es de respirar aire puro, que falta me hace. Vivimos tiempos oscuros y turbulentos pero la hierba sigue siendo verde, la nieve blanca y los vientos siguen azotando las cumbres como siempre. En fin, me dejo de filosofías de todo a 100 y a las 8 de la mañana estoy trotando suavemente camino del puerto por la calzada romana mil veces recorrida. Al kilómetro de salir aparecen las primeras nieves en la Pradera de los Corralillos. A partir del Puente de Enmedio la capa ya es constante y, aunque no muy profunda afortunadamente para mí, le da bastante vistosidad al paisaje. Una vez en el Puerto, al que he llegado trotando suave y muy agusto, el panorama no es muy halagüeño. El fuerte viento hace que la sensación térmica sea de varios grados bajo cero. La visibilidad hacia la zona de cumbres es muy escasa. Pese a ello y dado que conozco bien la ruta (es tirar para arriba y ya) me aventuro a llegar por lo menos hasta la redondeada cima de Cerro Minguete (2.026) por ver si una vez arriba cambiara el panorama. 

Otoñando

Camíno-río

Puerto de la Fuenfría

Puerto de la Fuenfría
La subida es regular y se puede subir casi por cualquier sitio pero opto por buscar los hitos para evitar despistes innecesarios dado lo opaca que se presenta la situación. A medida que subo el viento arrecia y en cuanto salgo a la cresta me tengo que poner el cortavientos pues me empiezo a quedar realmente frío. Aquí no se puede estar mucho tiempo. La visibilidad empeora y la sensación térmica es de muchos grados bajo cero. Se me ha helado el agua del bidón que llevo fuera de la mochila y la del tubo del deposito. Me paro a hacer alguna foto y sufro la clásica desorientación cuando se está en una loma sin referencia alguna empezando a bajar por la vertiente hacia Montón de Trigo en vez de volver sobre mis pasos para volver al Puerto de la Fuenfría, que es lo más sensato dadas las circunstancias. Menos mal que me he dado cuenta enseguida pues podría haber acabado en El Espinar o en Segovia... En pocos minutos estoy de nuevo en el el puerto. Puesto que este gélido periplo no me ha llevado demasiado tiempo decido alargar la vuelta tomando la pista que va a media ladera de las cumbres occidentales del valle. Es lo que más se parece a mi proyecto original de recorrer el cordal Montón de Trigo-Cerro Minguete-Peña Bercial-Peña del Aguila- La Peñota. Aquí ya no hay dificultades, es una pista casi llana (Calle Alta se llama) que abandono a los 5 kilómetros más o menos de salir del puerto de la Fuenfría para, a la altura del Collado de Cerromalejo que separa la Peña del Aguila de la Peñota, tomar una senda bastante buena marcada con círculos rojos que en rápido descenso conduce directamente al Hospital de la Fuenfría. De aquí al coche que he dejado en al Parking de Majavilán no hay más que remontar unos cientos de metros por la carretera. Han sido en total unas 2 horas y media paradas incluidas a mi ritmo tirando a huevón para unos 14 kilómetros. Y me he quedado nuevo.

Ladera de Cerro Minguete

Un hito

Servidor en Cerro Minguete

Se me han helado las cejas

La Calle Alta

Una de las pocas veces que veo el valle

Senda de descenso

Llegando al coche


sábado, 15 de septiembre de 2012

Por la Pedriza: Al collado del Miradero, la Cuerda de las Milaneras y el Puente de los Pollos

Puente de los Pollos
Trece kilómetros en la Pedriza pueden ser "molto longo". Tres horas y media me he tirado para recorrer esa distancia aparentemente tan asequible. Y es que este ámbito geológico tan especial, un pequeño apéndice en la pequeña Sierra del Guadarrama (aunque algo tendrá cuando nos la han hecho Parque Nacional), da para mucho. Y si encima estás un rato perdido entre laberínticas e intrincadas veredas, pues no te cuento. Al Puente de los Pollos he llegado por tomar los hitos equivocados. Ya me vale, pero no me ha importado, me he recreado un buen rato con esta maravilla pedricera, un colosal puente natural de roca sin parangón por estos lares. Y es que a veces no va uno a los sitios sino que los sitios le reclaman a uno.

Las Torres desde los Llanos
Mi idea inicial era subir al Collado del Miradero (1.882 metros) desde Canto Cochino (más o menos a 1.000 metros) para ir haciendo piernas y luego volver por la Cuerda de las Milaneras, collado de la Romera, grupo de la Campana, el Galisol y la Vela, collado Cabrón y Cancho de los Muertos. Así completaría la parte que le falta al Cross de la Pedriza para ser un verdadero recorrido integral de La Pedriza. Una chorrada como otra cualquiera, pero a veces hacemos estas elucubraciones para elegir un recorrido en lugar de otro. La primera parte ha ido como la seda. He cogido mi ritmillo de vaca serrana y en hora y media he completado la senda que sube y sube y sube hasta el collado del Miradero. Son sólo cinco kilómetros y poco pero se salvan más de 850 metros de desnivel y parecen más. No está mal para entrenar, yo creo que es una de las grandes cuestas de esta sierra. El recorrido no tiene pérdida: Autopista de la Pedriza, refugio Giner que queda a la derecha, el risco del Pájaro también y a seguir las marcas blancas y amarillas del PR sin salirse para no meterse en líos. Por cierto que además se ve éstas marcas han sido recientemente restauradas por la Federación Madrileña de Montaña, pues están relucientes y han puesto su firma. Sólo hay que preocuparse de empujar pendiente arriba por el bosque en agradable sombra. Una vez en el collado toca disfrutar un rato de las magníficas vistas en todas direcciones. La Pedriza se domina casi toda al ser ésta una de sus partes altas. La Cuerda Larga se toca con la mano. Hoy el día es tan claro y la atmósfera está tan limpia, regalándonos esas luces de los cielos madrileños tan especiales, que incluso alcanzo a ver diáfanamente el pobretón skyline de Madrid, 1.200 metros más abajo en la llanura.


Para volver, como había previsto, enfilo hacia el sur (izquierda) y paso cerca del Cancho Centeno. Enseguida doy vista a la vertiente de umbría (oeste) y la senda pierde altura rápidamente. Grandes vistas de la Maliciosa y los Porrones. En esta zona la senda está mucho menos pisada y el terreno es bastante abrupto. Se avanza muy laboriosamente entre grandes bloques, se sube, se baja. Hay que buscar los hitos. Esta zona en invierno con nieve dura la recuerdo bastante expuesta. Paso bajo el primero de los llamados Tres Cestos, es un risco grandioso. En un momento dado a través de un bosquecillo se pasa a la otra vertiente, la de solana. La ruta va más o menos pegada a los riscos y paredones de la derecha y discurre por placas y llambrias en algún momento bastante inclinadas. Hay un destrepe un poco cabroncete, son un par de metros nada más y si se le entra con decisión no da problemas. Me doy cuenta de que las marcas de pintura en el sentido en el que avanzo se ven bastante mal, parece que las han puesto para subir y no para bajar. Cuando entro en terreno más mixto con tierra  , arbustos y más pedruscos las pierdo y al ver unos hitos que bajan y dos personas que suben los sigo. Entro en el bosque y pierdo las referencias. Al rato pierdo los hitos en un jardincillo entre grandes bloques. Veo un gran ventanal (foto de arriba del todo) que da a las zona de los Llanillos y la Pedriza Anterior. Es el Puente de los Pollos. Por aquí no estaba previsto que pasara. Busco una salida. La llambría de debajo del puente parece que da a una senda, tal y como me confirman dos amables excursionistas que suben por ella. Pero bajar por la placa me da cierta aprensión y lo descarto. Voy y vengo, vengo y voy. Pierdo tiempo y al final decido subir por donde he bajado encontrando la senda que nunca debí abandonar o quizás sí, pues he disfrutado de ese paraje inesperado. El resto no tiene historia. Se me ha hecho algo tarde y bajo, ya más rápidamente, por buen camino hasta los Cuatro Caminos a enlazar con la senda por la que he he subido esta mañana.




La ruta en Wikiloc

sábado, 25 de agosto de 2012

Sierra de Irta: Ascensión al Campanilles por el barranco de la Font de la Parra

Gaviota de Audouin
La Sierra de Irta es un interesante y bonito espacio natural protegido situado en la provincia de Castellón, en concreto en los municipios de Alcalá de Xivert, Santa Magdalena de Pulpis y Peñíscola. Es una pequeña sierra costera que se eleva hasta los 572 metros del pico de Campanilles y tiene la peculiaridad de ser, según dicen, el único tramo de costa sin urbanizar entre Francia y Almería. He de decir que sí que se tiene la sensación cuando uno se adentra en sus senderos de que se retroceden unas cuantas décadas y se puede captar la esencia de lo que debía ser el Mediterráneo más puro e incontaminado. Y salvo alguna aberración que bien merecería ser demolida (es una pena que la protección llegara algo tarde este espacio) la ausencia de hormigón y ladrillo es sorprendentemente total.  Lástima que sólo sean unos 14 kilómetros, pero bien merecen ser explorados.

Sólo piedra, mar, palmitos.

Cala de cantos rodados
Las urbanizaciones de Peñíscola acosan a la sierra por el norte. Feo, feo...
Aprovechando las vacaciones playeras con la familia no puedo menos que echar un vistazo a todo esto tras alguna incursión menor anterior. En un rapto de impaciencia y, por qué no decirlo, de cierta imprudencia me calzo las zapatillas a la hora de la siesta, recién comido, me unto bien de crema protectora, me pongo la gorra, hago acopio de una buena provisión de agua y me pongo en marcha. Me temo que dada la temperatura y humedad ambiente, letales para un organismo mesetario y asmático como el mio, la experiencia va a ser algo cercano a lo que debe ser el bikram yoga. Pero bueno, lo afronto con ganas e intentando exprimir los últimos atisbos de una condición física masacrada totalmente por el verano. La ruta, un clásico de la zona, la empiezo directamente desde la puerta de la casa en la que paso las vacaciones en el paseo marítimo de la Urbanización Las Fuentes en Alcoceber. Tomo rumbo norte por el mismo paseo en dirección al faro. Al poco, cerca del prometedor final de la carretera (mira que me gustan las carreteras que se acaban), se puede optar por tomar en una bifurcación a la derecha o a la izquierda. Si se va por la derecha se tomará algo más adelante, junto al faro, uno de los senderos del parque que va pegado a la costa (de ahí son las fotos de más arriba). Si se toma el de la izquierda hacia el camping Ribamar se va por una pista polvorienta que pondrá a prueba todos mis recursos contra el golpe de calor. Mi intención es ir lo más rápido que pueda dadas las circunstancias objetivas y subjetivas, es decir, intentar no morir en el intento controlando las sensaciones y pulsaciones de mi cuerpo escombro e hidratándome de forma constante. La rapidez se va a quedar en tramos de leve trotecillo que, cuando veo que las pulsaciones suben demasiado, se transforma en un alegre caminar. En estas estoy cuando a los 2 kilómetros o por ahí se llega al camping Ribamar y unos cuantos cientos de metros más arriba a una finca grande y estridente. Aquí se deja la pista y se inicia un sendero en un cartel que claramente indica al Font de la Parra. Dejamos el rumbo norte paralelo a la costa y viramos en dirección a la sierra, al interior. La senda está perfectamente señalizada como P.R. (blanco y amarillo) y no tiene pérdida en ningún momento. Se pasa por una casa de labranza abandonada entre almendros, que le da un toque decadente a la excursión, y al poco la vegetación se va haciendo cada vez más lujuriosa, cosa que agradezco grandemente por la sombra que produce. Nos estamos adentrando en el barranco. Mi sorpresa ante el entorno que se va mostrando a mi paso no deja de crecer dada la abundancia de especies vegetales y lo aromático de su espesura: Palmitos, lentiscos, pinos, muchísimos matorrales que no identifico. El camino es cada vez más umbroso y se va encajonando en esta primera parte, en la que todavía no se salva gran desnivel. A los 6 kilómetros más o menos se llega la Font de la Parra, seca a estas alturas del estío.

También es reserva marina

Dejamos el mar a nuestra espalda

A la sierra

Casa abandonada

No hay pérdida

Sombra, menos mal...

Bonito abrigo rocoso

Font de la Parra, no hay duda.

Pues eso...
A partir del Font de la Parra la senda, que hasta ahora había ganado poco desnivel, se encabrita y se dirige de forma decidida hacía la cumbre de la sierra. El piso se hace más quebrado, la ruta sinuosa. Hay que salvar un par de escalones rocosos sin dificultad en seco, pero en general se sube por sendero bastante franco y claro y se va ganando perspectiva de la suave y boscosa barranquera en la que nos encontramos. Una última cuesta con bastante pendiente nos deposita en un collado con el Campanilles ya a la vista tras una primera cota a la izquierda. Bonitas vistas, incluso se alcanza a ver el castillo de Peñíscola y, por supuesto, de nuevo el mar quinientos metros más abajo. Un último y corto esfuerzo nos dejará tras pasar una ancha cresta en la cima del Campanilles (572 m). Gran y dilatado panorama hacia la costa, el montañoso interior de la provincia y el resto de la sierra. Se alcanza a divisar en la lejanía la cónica silueta del Peñagolosa, airosa cumbre que constituye la segunda cima de la Comunidad Valenciana. Desde que he salido he hecho algo más de nueve kilómetros y he tardado una hora y tres cuartos en llegar.

Exhuberancia

Vista atrás 

La cima del Campanilles desde el collado previo


Zoom al castillo de Peñíscola

Difícil perderse

El barranco desde cerca de la cima, al fondo el mar

Hacia el interior

La cima


La cuerda de montañas por la que vuelvo
 Para volver la opción que elijo es cabalgar la cuerda de montañas hacia el sur para hacer una ruta circular y seguir disfrutando de las vistas. Para ello no hay más que seguir el mismo sendero e ir superando las pequeñas eminencias que nos vamos encontrando, sin ninguna dificultad. A esta alturas ya hasta me he olvidado del calor pues sopla una leve brisilla. Se cruzan varios senderos, pero no cabe mucha confusión pues hay que seguir siempre las diversas indicaciones a Santa Llucìa, que es una ermita situada justo en el extremo sur de la sierra, justo encima de Alcoceber. Esta ermita es del siglo XVII y junto a los castillos templarios de Pulpis y Alcalá de Xivert, en la ladera oeste, y las torres de vigilancia de Badum y Ebrí, forma parte del también rico patrimonio artístico e histórico del parque. La senda, que atraviesa un bosque quemado, al llegar a una antena se transforma en pista y la pista, al llegar a una urbanización que ha trepado por la ladera, se hace carretera. La ilusión de virginalidad se ha estropeado de golpe. En fin... Las vistas sobre la costa siguen siendo excepcionales desde aquí arriba. No llego a la ermita y empiezo a bajar, no me fijo pensando en que ya está todo hecho y me meto por una desviación a la derecha que resulta ser una calle sin salida. No encuentro por dónde bajar por el monte, muy cerrado, y no me queda más remedio que volver sobre mis pasos un buen trecho de pendiente considerable pese a estar asfaltado. Noto que ya ando algo cansado, pero una vez arriba el descenso es rápido por buena carretera con muchas curvas y en algunos tramos gran inclinación. Un último empujón y ya estoy en la playa de Las Fuentes de nuevo, completando una ruta de algo más de 20 kilómetros y que me ha llevado 3 horas y 12 minutos. Según mi GPS el desnivel positivo acumulado es de 872 metros.  Y no me ha dado un golpe de calor...


La ruta en Wikiloc